lunes, febrero 16, 2015

Visitando el molino de mareas de El Puerto


 Situado en el caño del molino, antes conocido como caño de la madre vieja del Guadalete o de Jesús, María y José, se encuentra el único molino de mareas que ha habido en El Puerto de Santa de María y el último en construirse de todos los existentes en la bahía de Cádiz que suman la cifra de una veintena. Aunque su restauración se produjo hará unos dos años las visitas que se han realizado a su interior se pueden contar con los dedos de la mano, siendo dos de ellas organizadas y solicitadas por Ecologistas en Acción-El Puerto.
 Si bien resulta interesantísimo que estos elementos de patrimonio cultural y etnográfico estén rehabilitados más aun es conocer la tecnología que sustentaba su uso a finales del siglo XVIII. Y en esto es en lo que se centró nuestro guía, Julio Molina Font, pues es justamente lo que le falta al molino para convertirse en un lugar de encuentro con un pasado no demasiado lejano en el que sin disponer de las tecnologías actuales y digitales se llegó a un nivel técnico excepcional en el aprovechamiento de energías renovables como es el caso de la generada por las mareas.
 La apertura de este edificio siempre supone una expectación y no son pocos los que se acercan a visitarlo y conocer algo que fue muy común en la Bahía de Cádiz y que la mayor parte de los ciudadanos de hoy desconocen. Julio destaca que el trabajo de restauración ha sido muy bueno pero falta por colocar aun la maquinaria hidraúlica que hacía funcionar el molino y que resulta imprescindible en una visita guiada para ver como funcionaba el molino.
 Hasta la creación de estos molinos en la Bahía de Cádiz la harina se molía en las tahonas, donde la fuerza animal de un mulo movía la piedras que trituraban el trigo generando la harina, pero la aparición de estos molinos, mucho más eficientes casi hizo desaparecer este tipo de molienda, afortunadamente pues los animales debían de sufrir lo suyo, concentrándose en estas naves la producción de harina.
Si bien la gente suele achacar a las energías renovables la inestabilidad en el caso de los molinos prácticamente no existe, pues todos los días se dan dos mareas que permiten su funcionamiento. Tan solo los días de mareas muertas tendrían que permanecer sin uso lo cuál no debía de ser ningún problema. Sin embargo lo que si era un problema era la colmatación del caño que había de ser  dragado para limpiar el barro que se acumulaba.
Una forma de eliminarlo era vaciando rápidamente el estanque de la parte trasera fomentando así el arrastre  barro por el agua. Los molinos se encuentran pilotados sobre el fondo mediante madera que se ha comprobado que es lo que mejor funciona en estos casos. El esplendor que tuvieron terminó cuando aparecieron los molinos de vapor, mucho más productivos y eficaces aprovechándose estas naves con otros usos como almacenes o factorías de producción de vidrio. 

Hoy nos toca recordar como el ingenio permitió aprovechar energía a partir de las mareas para obtener uno de los productos elaborados más antiguos que es el pan. Sabiendo lo que sabemos hoy de los molinos, la explotación de las energías renovables y cuanta tecnología y artesanía se juntaban en estos espacios resulta desolador que la intención del Ayuntamiento de El Puerto no sea otra que convertirlo en un restaurante que ocupará casi todo el espacio disponible dejando en un quinto plano el tema didáctico, turístico e interpretativo de un patrimonio único en el mundo.

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