En otoño los mirlos se dejan ver con todo el descaro del mundo en los jardines, como suele ocurrir con las aves sus movimientos dependen de donde ande la comida. Y claro, en otoño llueve, entra humedad, se activan las babosas, las lombrices están a la orden del día y claro, los mirlos lo saben y por eso es fácil verlos picoteando el suelo de aquellos lugares con césped.
Cruces en el paisaje
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La Semana Santa es sin duda el mejor momento para admirar y contemplar, en
las calles y en los templos, el rico patrimonio artístico de nuestras
hermandade...
Hace 23 horas
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